VII Pregón Vera Cruz: Miguel Santos Romón Mena

VII PREGÓN DE LA CUARESMA Y LA SEMANA SANTA

COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ

DOMINGO, 14 FEBRERO 2021

17:30 HORAS

 

Portada: Imagen tomada de Grabado original, realizado por D. Miguel Ángel Soria, con motivo del regalo que hicimos Cristina, yo y los niños a mi tío, el Padre Paúl D. Miguel Romón Vita+,      en conmemoración de sus 50 años de Vida sacerdotal el 10 de septiembre de 2011

 

Alcalde Presidente de esta muy antigua Cofradía Penitencial, Vicealcalde, Rvdo. Capellán Rector, Oficiales del Cabildo de Gobierno, Hermanos cofrades de la Cruz, Cofradías Hermanas y Cofradías vallisoletanas que nos acompañan, hermanos todos en nuestro Señor, Paz y Bien

Cuando recibí la llamada para ser pregonero este año en mi Cofradía de la Vera Cruz, tuve un doble sentimiento, de emoción por tan dignísima mención a la vez que de una gran responsabilidad, pues grandes pregoneros me han precedido en este estrado y no se si soy merecedor de tal distinción. Por ello no puedo por menos mostrar mi profundo agradecimiento a mi Cofradía, al Cabildo de Gobierno y en particular a su Alcalde Presidente, estimado amigo y Hermano Daniel, por este honor y privilegio que se me brinda para poder compartir el pregón de Semana Santa en este domingo de las carnestolendas, que etimológicamente viene del latín (caro, carnis, tollendus), domingo antes de quitar las carnes en referencia a la abstinencia de comer carne en nuestra Santa Cuaresma. ¡¡Qué bien nos viene la purga!!, ¿verdad Hermanos?.

Más aún si cabe el agradecimiento es doble, pues la pasada Navidad pudimos celebrar el XXX aniversario de nuestro hermanamiento, y permitidme que diga de nuestro “hermanamiento moderno” entre la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz y la Cofradía de la Orden Franciscana Seglar (V.O.T.) La Santa Cruz Desnuda, pues como ya conocemos todos la íntima relación entre lo franciscano y la Vera Cruz, viene de siempre. A ello se une mi doble carácter personal como cofrade de la Vera Cruz y cofrade Franciscano por lo que ruego al auditorio se me perdone la forma de expresarme pues ambas congregaciones las llevo en el corazón.

“Y el Señor me dio una fe tal en las iglesias, que oraba y decía así sencillamente: Te adoramos, Señor Jesucristo, también en todas tus iglesias que hay en el mundo entero, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo” (Test 4-5).

Con estas bellas palabras, extraídas del testamento de NP San Francisco, el poverello de Asís vivió la experiencia fundante y determinante para el resto de su vida, en una pequeña gruta de Asís, en la Capilla del Cristo de San Damián. Dicho crucifijo le impresionó tanto, que cultivó toda su vida una especial devoción a la Cruz.

Esta fórmula litúrgica la utilizamos toda la Cristiandad, y especialmente en las fiestas de la Invención de la Cruz el 3 de mayo o de la Exaltación el 14 septiembre, así como repetimos en nuestros Vía Crucis y como no en los cantos del Viernes Santo, el día en el que Adoramos a la Santa Cruz.

Adorar la Cruz, con pies descalzos, cada Viernes Santo, cada Semana Santa…Me emociono solo en recordarlo, en sentirlo, en vivirlo, cada año de distinta forma, pero siempre desde lo más hondo del ser, desde mi vocación fraguada a lo largo de los años, con la Cruz en el centro, el dulce leño que nos transforma y guía. Pues ser cofrade no es otra cosa que una vocación, una vivencia, una forma de vida.

Si hermanos si, la Cruz del Señor es nuestro centro y los cofrades de la Santa Vera Cruz lo llevamos en nuestro pecho, la señal de los cristianos y símbolo de la redención del mundo en el centro, entre dos cipreses, esos árboles longevos de pensamientos elevados e incorruptibles, con los que Noé construyó su arca, históricamente sagrados y que participan del triunfo de la vida sobre la muerte.

El Lignum Crucis nos guía, procedente de la reliquia de Santo Toribio de Liébana, que corresponde al brazo izquierdo de la Cruz de Nuestro Señor, donde clavaron la mano de Cristo y que Santa Elena, madre del emperador Constantino, descubrió. Esa imagen que los terciarios tuvimos el honor de acompañar en el año 1937, tal y como recogen las crónicas compiladas en nuestros archivos y en el Norte de Castilla de ese año, que dice así aludiendo al paso número 17 de la Procesión General: “la Cruz Desnuda” acompañada por los hermanos de la V.O.T. de San Francisco y por los comisarios de la Santa Vera Cruz, a quienes pertenece este rico y artístico ejemplar de cristal de roca engarzado en plata y más valioso aún por encerrar una reliquia del Lignum Crucis, por lo cual los fieles deben arrodillarse a su paso. Como recuerdo aquellos años, no hace tantos, en los que aún el pueblo se arrodillaba al paso de la Cruz …

Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit. ¡Venite adoremus!

Este es el árbol de la Cruz, donde estuvo clavado el Salvador del Mundo ¡Venid, a adorarlo!

Hasta aquí el Primer paso de nuestra Corona Franciscana, La Cruz. Permítanme que este pregón sea un recorrido de alabanza a María, igual que la corona franciscana que rezamos en los Terceros Ejercicios y que realizamos los franciscanos cada Domingo de Lázaro. Dicho rezo consta de 72 Ave María, edad que para la tradición franciscana tenía la Virgen en el momento de su ascensión a los cielos, divididos en 7 decenarios. En dicho rezo representamos los pasos de la Pasión de Nuestro Señor con los distintos elementos: la Cruz Grande de la Crucifixión, dos cruces pequeñas camino del calvario, la caña y la columna, que iremos desgranando a lo largo de esta proclama…

Permítanme que este pregón sea un recorrido de alabanza a María, a Nuestra Señora de los Dolores.

Vamos a adentrarnos en el origen de la cofradía

Bajo la pobreza que Francisco predicaba, los frailes siguiendo las máximas evangélicas: “Andad a predicar…” (Mt. 10, 7), comenzó a expandirse el franciscanismo por el mundo, organizándose los frailes en fraternidades. La fraternidad que diferencia lo franciscano de otros carismas y que es la gran aportación con valor evangélico esencial de los Franciscanos a la Iglesia Católica.

Una bella pero fantasiosa leyenda, basada en tardíos legajos y escritos, se refiere a la peregrinación emprendida por san Francisco –junto a Bernardo de Quintanavalle– a Santiago de Compostela hacia fines de 1213 o inicios de 1214. Junto a la tumba del apóstol, Francisco concibió la idea de fundar su orden… la provincia franciscana de España, se funda en 1217, teniendo solo la división de Castilla hacia 1265, 44 conventos repartidos en 8 custodias, siendo uno de ellos el Convento de San Francisco de Valladolid.

La historia del desaparecido Convento de San Francisco de Valladolid va íntimamente ligada a la memoria de la ciudad, así como la presencia franciscana en la misma. Los franciscanos llegan a Valladolid en el primer tercio del s. XIII a iniciativa de Fray Gil (uno de los tres primeros discípulos de San Francisco), comenzando su presencia en el paraje de Río Olmos a orillas del Pisuerga y posteriormente en pleno corazón de la ciudad en la plaza del Mercado (hoy plaza Mayor), arraigando en la ciudad con un extraordinario vigor en lo espiritual y en lo social, llegando a albergar entre sus muros los primeros concejos de nuestra ciudad de Valladolid. Este Monasterio fue testigo principal de los grandes acontecimientos vallisoletanos, de su historia y de la espiritualidad y forma de vida franciscanas, habiéndose celebrado en él capítulos generales de toda la orden y llegando a estar considerado como uno de los principales conventos franciscanos tanto en España como en todo el orbe mundial.

Los franciscanos siempre acérrimos leales y defensores de la Santa Madre Iglesia, se comprometieron en la lucha contra la herejía, se centraron en la Penitencia y la asistencia en el tránsito hacia el más allá, acercándose a las necesidades de los laicos mediante la predicación, la confesión de los vivos y los cuerpos de los finados, la redacción de manuales, el fomento de la caridad, de las cofradías y de las prácticas devocionales como por ejemplo el Vía Crucis.

Apenas se fundaba un convento de San Francisco en las ciudades y pueblos, surgían de entre los fieles más allegados a los frailes, los terciarios. Francisco quiso “Que los que hacen penitencia y viven en sus casas” fueran también franciscanos, viviendo del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio. Hombres y mujeres que aspiran a vivir con el compromiso comunitario de perfección evangélica se acogen bajo la tutela y cobijo del convento franciscano, constituyendo así una orden tercera de seglares casados o célibes, comprometiéndose a una vida de penitencia y devotos de la Cruz. En este año 2021, la Venerable Orden Tercera, hoy Orden Franciscana Seglar/Secular, conmemoramos el VIII centenario de la fundación por el propio San Francisco de Asís.

Ya desde el siglo XV, comenzaron a fundarse cofradías penitenciales al amparo de las órdenes mendicantes, destacando las cofradías de la Santa Vera Cruz, que eran en su gran mayoría propias de la Orden Franciscana. Tuvieron origen en sus conventos, no faltando en ninguna ciudad o villa donde hubiese una casa de padres franciscanos, y llegaron a ser el mejor medio para poner en íntimas relaciones a la Orden con el pueblo, dando mayor popularidad a la Orden de San Francisco por toda España.

Y como no en el convento de Valladolid, múltiples referencias nos muestran el origen, con seguridad anterior a 1498 y la relación de la cofradía de la Santa Vera Cruz con los frailes y con la Orden Tercera de San Francisco. Existe un documento del archivo del convento de 1666, escrito por su cronista, donde dice que la cofradía de la Vera Cruz, los religiosos del Convento de San Francisco y los miembros de la V.O.T., asisten con estandartes y guiones cada domingo último de mes a la procesión del cordón de San Francisco que se hace en dicho templo. Para cubrir los gastos, los cofrades de la Cruz tenían la llamada limosna de los Cordones y libros de indulgencias, así como la de todos los días festivos del año que se pedía a la puerta de esta iglesia conventual. En el caso de que con estas limosnas no supliesen sus gastos, la cofradía lo haría por su cuenta. Así mismo, en otro documento se ratifica un acuerdo entre el Convento y la Cofradía de la Vera Cruz por el que se ayudarían mutuamente para el mayor esplendor de los cultos de Semana Santa. En virtud de este acuerdo, tal y como transcribimos en palabras de nuestro hermano y amigo, el historiador D. Javier Burrieza Sánchez, la Vera Cruz acudía a la procesión de las Palmas el Domingo de Ramos con el paso de la “Entrada Triunfal en Jerusalén” desde el convento de San Francisco. Se situaba en la capilla mayor de su iglesia mientras se efectuaba la bendición de los ramos. Continuaban con la procesión que hacia la comunidad franciscana por el claustro de este enorme complejo, la nave de Santa Juana y el propio atrio de la iglesia, volviendo después al templo penitencial de la calle Platerías, cuando se dispuso de él.

No podemos olvidar a la cohermana Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo y su relación también con el Convento franciscano y con la Cruz, de la que transcribe Manuel Canesi las palabras del P. Sobremonte, acerca de disputas por la celebración de corridas de toros el 2 de septiembre de 1643, pero que evidencia dichas estrechas relaciones: Estaba confiriendo entre mi (dice este autor) las razones que había para que las dos ilustrísimas cofradías de la Santísima Vera Cruz y de la Sagrada Pasión estuvieran muy unidas y hermandades entre sí, como lo están con este convento; son hermanas en armas con la religión seráfica de S. Francisco, las armas con que nuestro Capitán General Jesucristo triunfo del príncipe de las tinieblas Satanás son su cruz y sus llagas, estas dio por privilegio singular al alférez mayor de la iglesia S. Francisco, que dejó a sus hijos llagas y cruz por bandera de su milicia, a cuya imitación estas dos venerables Comunidades de la Cruz y la Pasión, se ilustran, ésta con las llagas rojas y aquella con la cruz verde una y otra; aunque no están sitas en este convento, tienen unión con él y estando unidas en él …”

Dejemos nuestra historia y fundamentados en su origen seráfico, retomemos nuestra particular Corona, con la oración de los Hermanos en dos filas dispuestos, una de pie y la otra de rodillas, todos con los brazos abiertos orando al Padre. Segundo paso, la Oración de Jesús en el Huerto, según San Mateo (Mt 26, 36-46):

“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

—Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oró.

Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo:

—Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.

Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, aleja de mi este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»

Escribió Esteban García Chico, que el artista, (refiriéndose a Andrés Solanes aunque en el momento que lo redactó, 1962, no se conocía aún su autoría), debió inspirarse en este evangelio de San Mateo, al interpretar a lo “vivo” la escena dolorosa del Huerto, Padre mío, aleja de mi este cáliz. En esto apareció un Ángel del cielo, confortándole.

Más tarde conocemos después de los estudios de Jesús Urrea que el paso estaba compuesto no solo por Jesús y el Ángel sino también por Judas y al menos dos soldados. Actualmente solo podemos admirar en el paso que procesiona, la oración sincera de Jesús pidiendo la ayuda del Padre, y el Ángel del Cielo reconfortándole…

Qué situación estamos viviendo debido a la pandemia del Coronavirus, ¿será efectiva la vacuna? ¿cuándo nos llegará? ¿Cómo evolucionará la tercera ola? ¿habrá una cuarta? Coronavirus, cambio de paradigma, asumiremos con responsabilidad y por la seguridad de todos, las normas vigentes y rogamos a Nuestro Señor acoja en su seno a los fallecidos por la pandemia, reconfortando a sus familias. Pero también aprovechando la pandemia, se cercena la libertad religiosa y de culto recogida por nuestra constitución como un derecho fundamental, reduciendo el aforo en todas las iglesias y por supuesto de nuestros cultos desproporcionada e injustificadamente, por parte de las normas emitidas por nuestro gobierno autonómico. Nos impide salir en procesión, que como viene defendiendo nuestra cofradía es nuestra obligación, pero en definitiva, lo que nos coarta es la libertad de ser y de sentir nuestra vivencia de Fe, pero la Fe no se puede encerrar, la Cruz Prevelece.

Estas limitaciones y restricciones, junto a la incertidumbre continua en la que vivimos nos llevan necesariamente a vivir una Cuaresma y Semana Santa distintas, pero sin olvidar nuestro carisma de cofraternidad, de cofrades. Quién nos iba a decir, que un bichito iba a paralizar el mundo, la economía, los egos, las posiciones sociales… todo lo que pensábamos que iba a ser eterno de la noche a la mañana se desvanece. El sueño de vencer a la muerte antes de la crisis del Covid19, lo protagonizaba el filósofo de moda, Yuval Harari. En sus principales obras (Sapiens, Homo deus) defendía que nuestra especie está actualmente en proceso de dar un salto gigantesco gracias a la revolución científica, ¡iba a lograr vencer al envejecimiento y a la muerte! Todo ello unido a ese culto desmedido al cuerpo y a la salud que vive nuestra sociedad (dietas, comida orgánica, gimnasios, mindfulness). Él tenía una gran fe en la manipulación genética y en el tratamiento con células madre, que podrían prolongar la vida casi indefinidamente. Bien, pues todos esos sueños, que eran el prime time de moda en muchos foros filosóficos hace un año, ahora están arrinconados. Ha muerto muchísima gente, casi hasta acostumbrarnos a las cifras diarias de fallecidos, de todas clases sociales y económicas, pero nuestro sueño de ser dioses, de vencer a la muerte, se ha esfumado. Somos vulnerables, o lo que es lo mismo, muchas amenazas se ciernen sobre nosotros, amenazas a nuestro sistema social, a la vida individual e incluso a la supervivencia de la especie. Pero también amenazas a nuestra forma de vida y a nuestra vivencia de Fe en la Cofradía. La fragilidad del ser humano nos muestra lo que somos en esta vida terrenal.

“Toda carne es como hierba y toda gloria del hombre como flor de la hierba. la hierba se seca, y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre.” (1 Pedro 1:24)

Esta fragilidad del ser humano, también la vemos reflejada en Jesús y en especial en el momento del escarnio. Jesús se nos muestra como un hombre frágil, vulnerable cuan inocente cordero, maniatado y lacerado en la columna del desprecio humano.

 

Divina espalda de Jesús sangrante

curvada espalda del Divino Preso.

Y comenzaste a soportar el peso

de todo el mundo, en redención triunfante.

 

¡Con qué paciencia de sublime aguante

cargó tu espalda, inconmovible teso,

con las culpas ajenas, por exceso,

de amor crucificado y apremiante!

 

Cimiento de la paz y la alegría,

punto de apoyo de la vida clara,

tu espalda pagó el precio de la mía.

 

¿Y aún me resisto a contemplar tu cara?

¿Y aún puedo dar de lado tu agonía?

Loco sería yo si no te amara.

Francisco Javier Martín Abril

El Señor Atado a la columna, es el tercer paso de nuestra Corona en honor a María Santísima. “Vete a la columna”, dice el maestro de ceremonias. El hermano cumpliendo con tan digno mandato besa el suelo y con los brazos cruzados en actitud humilde se dirige al elemento, a la columna. Una de las grandes obras de la gubia del maestro, a quien aún no hemos nombrado, Gregorio Fernández, el insigne imaginero. Cuanto debemos en nuestra cofradía a este escultor,  y toda la Semana Grande de Valladolid.

El Miércoles de Ceniza es el día, el comienzo de la penitencia, la renovación, el cambio de lo viejo por lo nuevo y ese día, este año, no podremos besar tus purísimas plantas Señor Atado a la Columna, pero acudiremos conforme manda la tradición a tu veneración sincera, comenzando una nueva y Santa Cuaresma.

Quedan congregados pues los hermanos cofrades de la Santa Vera Cruz, también todos los Viernes, a realizar el ejercicio Santo del Vía Crucis, el camino de la Cruz.

La cofradía como conocen, después de estar en San Francisco, compra unos terrenos y se traslada a su iglesia propia en el tope de la Platería, como decía el cronista franciscano, trasladándose en procesión a su humilladero en el Campo Grande, próximo a la Puerta del Campo, donde se trasladaba el “Cristo del Humilladero” que conocemos hoy y que es el cuarto paso de nuestra Corona Franciscana. Escucha la orden un Hermano en los Terceros ejercicios, “pasea una Cruz”, Cruz donde está clavado el Cristo del Humilladero, al cual como antaño, le pedimos en rogativas el fin de la pandemia del Coronavirus, en su triduo del 18 al 20 de febrero. El sábado será la veneración de la Sagrada Imagen a partir de las 10 de la mañana durante todo el día.

Volvamos a nuestro Hermanamiento de 1990, estos últimos 30 años que he podido vivir en primera persona. Muchos son los recuerdos comenzando por la imposición de sendas medallas a D. Ramiro Merino, Alcalde-Presidente de esta Penitencial, en la Iglesia de San Antonio y a D. Miguel Ángel Fernández, Hermano Ministro, que la recibe en esta Iglesia de la Vera-Cruz. Siempre celebrando el hermanamiento en las fechas entrañables de Navidad, compartiendo sendas eucaristías y bendición de los belenes de cada cofradía. Y como no recordar la imposición de la corbata el Miércoles Santo del año 1991 en la calle Platerías, siendo los padrinos nuestro cofrade de honor Zacarias Gobernado y su esposa Coco Tejedor, a lo igual la corbata franciscana fue impuesta en nuestra Iglesia de la Parroquia de la Inmaculada Concepción.

Desde entonces siempre la Cofradía de la Vera Cruz ha participado corporativamente en nuestro Vía a Crucis de Viernes Santo con una nutrida representación y acompañándonos con la banda los años que esta existió. Cómo no recordar, otra bonita costumbre que celebrábamos conjuntamente que era el Vía Crucis de la Juventud, al que no falté ningún año.

En el año 1998, año del V Centenario, para nosotros fue de especial relevancia y significado, acudimos un elevado número de hermanos orgullosos de tan memorable celebración, para la conmemoración de la Procesión del Jueves de la Cena. Recuerdo especialmente el momento de la oración sincera y emotiva en la acera de San Francisco en memoria de los hermanos fallecidos.

En el año 2002 se impone en la bandera de la Vera Cruz el cordón franciscano, permaneciendo así hasta nuestros días.

Es significativa, la participación franciscana en la Cruz de Mayo, en la planta de procesión, alumbrando a la sagrada reliquia, escoltando el libro de reglas, con la Cruz de guía o algunos años montando un altar en la puerta del Convento de Santa Isabel, con la sagrada reliquia de este Monasterio.

Y como no reseñar el entrañable Día de la Familia que se suele celebrar el último domingo de junio, un día distendido que comenzamos con la misa de campaña, compartimos una paella y distintos juegos no sin sana rivalidad en el fútbol o en las cartas.

En definitiva, un lazo fraterno con el carisma franciscano y la Cruz como nexos de unión, que imprimen un carácter de colaboración y compromiso en el más amplio sentido de la palabra. Que este hermanamiento sea siempre ejemplo de unidad, amistad, acogida y encuentro. Que el cofrade de la Vera Cruz se sienta franciscano y el franciscano de la Vera Cruz.

Que el Señor nos bendiga y nos guarde en este Hermanamiento por siempre,

nos muestre su rostro y tenga misericordia de nosotros,

nos dirija su mirada benignamente y nos conceda la Paz.

El Señor nos bendiga…

 

“Vete a la caña”, el Hermano besa el suelo y se dirige a la caña se arrodilla, besa la soga de esparto y se la pone al cuello, besa la corona de espinas y se la pone en la cabeza. El tañir de la campana anuncia el siguiente decenario. Sentado en la antigua banqueta de madera con la vara de caña en la mano y la corona de espinas en la cabeza se representa nuestro quinto paso, Ecce Homo, Cristo coronado de Espinas. El segundo fin de semana de Cuaresma, 27 y 28 de febrero, podremos en esta Iglesia Penitencial venerar a Cristo Rey, coronado de espinas.

La primera guía oficial editada de la Semana Santa de Valladolid de 1924, recoge el siguiente soneto de Leopoldo Cortejoso:

Por esa corona de espinas, Señor,

que es para nuestra alma recuerdo doliente,

símbolo supremo de angustia y dolor

que llevaste, humilde, sobre tu alba frente.

 

Por los hombres míseros que hicieron desprecio

y mofa de tus palabras divinas…;

Por los que llegaron a ponerte precio,

Señor, y lucharon contra tus doctrinas…

 

Porque con tu amor infinito fuiste

amparo del pobre y consuelo del triste…,

en nosotros tu recuerdo viva,

 

Y que soportemos el propio dolor

inclinando nuestra frente pensativa…

… ¡Por esa corona de espinas, Señor!…

 

¡Qué valor tiene la familia! Además, en este año que podremos celebrar, el Año de la Familia Amoris Laetitia al que nos convoca el Papa Francisco a partir del próximo día de San José, en el que nos exhorta a ser testigos del amor familiar. No perdamos la confianza en la familia. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Verdadera Iglesia Doméstica que ayuda a promover y acoger el don de la vida, desde la concepción hasta su fin natural, como Don supremo que proviene del Amor de Dios.

No es casualidad mi doble condición de cofrade pues en mi familia mis dos ramas han sido la franciscana y la de la Vera Cruz. Mi madre Isabel, terciaria franciscana, perteneciente a la juventud antoniana de antaño y catequista en la antigua Iglesia de la Sagrada Familia, ubicación previa de los franciscanos a la inauguración en 1960 de la Iglesia de San Antonio, me infundió desde bien pequeño el amor a lo franciscano y con solo 9 años de edad quise pertenecer a la cofradía.

Mi condición como cofrade de la Vera Cruz desde hace 24 años viene de mi padre Francisco, recientemente fallecido hace poco más de un año, concretamente el 28 de enero de 2020, día de Santo Tomás de Aquino, que nos dejó esta frase, “En la Cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes”, esta frase me rondó la cabeza durante esos duros momentos de la despedida de esta vida, e identifica plenamente a mi Padre. El me enseñó el valor de la humildad, la complacencia, el saber estar, la sencillez… es decir, un franciscano en toda regla cuyo nombre fue Francisco y nació el día de las llagas de Nuestro Seráfico Padre, que simbolizan sobremanera el sufrimiento que tuvo especialmente los últimos 20 años de su vida, siendo siempre ejemplo de aceptación, perseverancia y ganas de vivir. Superaba todas las graves enfermedades hasta que ya no pudo más. Él fue el que me enseño amar a la Cruz y en especial a esta cofradía. No en vano la casa de mis bisabuelos y abuelos era la segunda edificación que existió en la calle Rúa Oscura hasta aproximadamente el año 78 del siglo pasado, es decir, al lado de la puerta de esta Iglesia. Su vida y la de toda su familia giraba en torno a la Vera Cruz. Una familia ejemplarmente cristiana, de 7 hermanos, 3 fueron religiosos, ya fallecidos también. Recuerdo anécdotas que me contaba cuando él, siendo habilidoso siempre manualmente, construía los juguetes a sus hermanos en la época de la guerra y la postguerra, iba a conseguir el bien preciado del pan en bicicleta y cuando llegaba a la portada de la Vera Cruz respiraba dado que había conseguido el objetivo de llegar a casa sin que le hubieran quitado el pan. También hacía las pelotas de trapo y jugaban al futbol aquí en la puerta de la iglesia. Siempre orgulloso de su Iglesia y de su cofradía. También contaba que recuerda un Viernes Santo que subió a la torre del Ayuntamiento de Valladolid con el importante de encargo de iluminar a la Dolorosa de la Cruz desde su entrada en la Plaza Mayor y durante todo el itinerario de la procesión hasta abandonar la plaza por la calle Santiago. Que orgulloso tenía que sentirse un niño de tan gratificante y responsable tarea. Siendo muy pequeños a mi hermano Paquito y a mí, nos traía a la Cruz, nos hablaba de la historia de la familia y recuerdo que, para él, todos los pasos eran excepcionales, todos eran una maravilla y con orgullo nos explicaba todos los detalles, derrochaba amor por los cuatros costados cuando estaba en su hogar. No faltábamos a ninguna salve especialmente recuerdo la de los lunes santos, el fervor y la religiosidad se respiraba en la calle de la Platería. Recuerdos y tradiciones que conforman el ser e inician la vocación. Toda la familia finalmente somos de la Cruz y de los Franciscanos.

“Allí donde esta tu tesoro, estará tu corazón.” (Mt 6,21)

¡Gracias Papá! ¡Gracias Mamá! Y gracias a mi mujer Cristina y a mis hijos Vega, Alonso y Clara, que con tanta bondad soportaron y soportan mis desvelos cofrades.

Y este ejemplo de valor en la Cruz de mi Padre, nos lleva a nuestro sexto paso de la Corona a María Santísima, la segunda Cruz que paseamos camino del Calvario. ¡Qué momento!, enaltecer el “paso grande de la Cruz”, el Descendimiento. Este paso monumental de 7 imágenes que fue encargado para entregar a los alcaldes de la Cofradía Juan Jimeno y Francisco Ruiz, tal día como hoy de 1624, día de las Carnestolendas, al que ya hemos hecho referencia.

Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.  Se extrañó Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.  Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz…” (Mc 15, 42-47)

En marzo, los días 2,3 y 4 tendremos el Triduo a la Oración de Jesús en el Huerto, acompañémosle en Getsemaní, él busca a sus amigos para orar y cumplir la voluntad del Padre. En los momentos difíciles, amigos fuertes de Dios.

Todos los domingos del año se nos cita a la misa de cofradía, la Eucaristía dominical, que cada domingo de Cuaresma se dedica a una de las imágenes de esta particular corona a la Virgen de los Dolores. El sábado de la tercera semana de Cuaresma, niños de todas las cofradías de Valladolid acuden a la Misa de la Borriquilla. Momento que me permite enlazar con la gran procesión de Valladolid, la gran procesión de los vallisoletanos, la Entrada Triunfal de Jesús en la capital del Pisuerga. El cielo normalmente despejado, toda la ciudad se viste de algarabía para recibir al Señor subido en un pollino, niños y niñas en las filas de cofrades, otros en representación de sus colegios acompañan a las cofradías, en las aceras familias enteras. He de confesar que para mi es un momento de disfrute y cierto relax en nuestra Semana Santa a la vera de mi Alcalde-Presidente, siguiendo detrás al paso portado a los hombros de mis hermanos cofrades. La Soledad en el presbiterio, saludos con otros hermanos directivos de las cofradías vallisoletanas, madres y padres colocando el hábito para que todos los niños vayan perfectos y la emocionante salida desde el interior de este templo al son de la marcha real. ¡Hosanna Hosanna, gloria al hijo de David!. Todo un recorrido repleto de gente por Valladolid esperando la entrada triunfal de Jesús por la antigua Costanilla, todos los cofrades a la espera de recibir al hijo de David para batir sus palmas, año tras año, generación tras generación. Para finalizar en el balcón, “niños de Valladolid…” saluda nuestro prelado, mientras nos dirige unas palabras, me asomo y veo a mis hermanos franciscanos, nada debe salir mal pues tenemos el honor de entonar el himno nacional al son de tambores y dulzainas en honor a Jesús para su entrada final en la Penitencial de la Cruz. Mi Domingo de Ramos…

Y llegamos al séptimo decenario, a la Madre Reina del Dolor. A la madre que merece todos nuestros anhelos y esperanzas. A la que veneramos en su novena hasta el Viernes de Dolores, el lunes en la procesión del Santísimo Rosario del Dolor, el Jueves en la Procesión de Regla, el viernes en la General y el Sábado Santo la apoteosis final en la espera del día de la luz, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Oh muy afligida Reina y dolorosísima Madre! Este decenario os ofrezco en memoria del amargo dolor que padeció vuestra inocencia al ver caminar a vuestro Unigénito afligido con la Cruz hasta lo alto del Calvario, donde crucificado, para más afrenta, murió en cuanto hombre, para darnos vida. y os suplico pacientísima Madre que, pues lo sois de pecadores, hagáis que, por la mortificación y penitencia, así vivamos crucificados a todo lo que es mundo, que, abrazados por la Cruz en seguimiento de un Cristo, subamos por tan firme Escala a la posesión de un Cielo. Amén

Muy próximos estamos hermanos a su Coronación Canónica en 2023, momento determinante para nuestra cofradía y que quedará para los anales de la historia. No habrá incendio que elimine los archivos ni los documentos de esta cofradía.

Un franciscano capuchino italiano, el P. Jerónimo Paolucci, en el s. XVI, posterior al Concilio de Trento, realizaba predicaciones a modo de cursos y misiones populares, y fue el que comenzó con la costumbre de imponer una corona a las imágenes de María. Ceremonia que realizaba con solemnidad, y que venía marcado por un aspecto penitencial junto a un propósito de austeridad y desprendimiento de las vanidades de este mundo, como joyas que ofrecían las mujeres a la Virgen María para la elaboración de la corona como muestra de lo insustancial de la riqueza.

Poco ha cambiado a día de hoy el concepto de la Coronación de la imagen de María, la Madre y Reina, nuestra Madre de los Dolores. Qué momento histórico y gran oportunidad vamos a vivir en 2023, no solo para esta cofradía, sino para toda la diócesis de Valladolid.

Su Majestad el Rey de España, preside el comité de Honor, ¡gracias majestad!. El Ejército español, la Junta de Castilla y León, nuestro Ayuntamiento, la Diputación de Valladolid y la Universidad, apoyan y se unen para tan magno evento. ¡Qué honor para nuestra cofradía!

Basados en una actitud evangélica, este momento nos obliga a estar ahí, a buscar nuestros valores fundacionales, a mostrarnos corresponsables los unos con los otros. Hermano cofrade, hazte esta pregunta ¿Qué puedo hacer yo para la Coronación? ¿Qué voy a hacer yo? No dejemos que cargue con todo el peso nuestro cabildo de gobierno, seamos valientes y decididos. Que seamos todos unidos, capaces de hacernos presentes en la sociedad vallisoletana a través de un verdadero planteamiento misionero de evangelización y caridad.

Nuestro ejemplo es nuestra Madre Dolorosa que con los brazos abiertos nos muestra la realidad del dolor humano, como diciéndonos, “Vosotros, hijos míos, hermanos cofrades que camináis junto a la Cruz, atended y ved si hay dolor semejante al mío”. Ella que desde su “hágase” en la anunciación, lo mantuvo hasta el calvario de la Cruz. Stabat Mater Dolorosa, stábat Mater Lacrimosa… Ave María, Purísima

Es por ello que Hermanos Cofrades, debemos acudir a los actos que nos anuncia nuestra cofradía con disposición sincera y con responsabilidad, nos espera una Semana Santa diferente, pero no por ello menos gratificante para vivir nuestra vocación cofrade y celebrar los actos litúrgicos con esperanza e ilusión. Aprovechemos la oportunidad, todo pasará y quedará en una anécdota, pero de verdad que merece la pena seguir viviendo nuestra Fe a través de la cofradía que nos ha acogido de generación en generación y por siempre.

¡Adelante Hermanos de la Vera Cruz!, quedamos llamados, convocados y congregados a vivir nuestra Semana Santa, aunque sea en el espíritu, con nuestro hábito preparado y dispuesto. Al Viernes de Dolores para venerar a Nuestra Madre, Virgen de las Vírgenes, Madre Dolorosa, que con su espada el dolor atravesó.  Al Domingo de Ramos, Jesús en la Borriquilla, batir de Palmas, algarabía que viene el Señor. El lunes santo al Rosario del Dolor, dolor de una madre que a su hijo de la Agonía recibe el miércoles de nuevo en su calor. A cumplir con nuestra regla como manda la tradición, después de los oficios de la Cena del Señor, llevando nuestros pasos el Jueves Santo con seriedad y fervor, por el Valladolid antiguo que tanto debe a nuestra congregación.

Perdónenme si no me centré tanto en los días de la Pasión, pues es un año difícil y de complicada previsión. Acepten esta humilde, representación de la “Procesión”. La del Jueves de la Cena, la del mismo Dios, que tengo el placer de anunciarles y compartir con vos, cada Jueves Santo, en tan magna Estación. Acompañando y velando al Santísimo al finalizar la procesión. Humildad y Penitencia, los títulos que nos otorgó el reverendísimo prelado, en franciscana atribución… Avanza la Semana Santa hasta el gran día de la Resurrección, la luz que ilumina todo, ¡Jesús resucitó!

Hermanos en la Cruz, hermanos, acepten esta sencilla descripción de mi Pregón, que es la del momento de Jueves Santo en la zona conventual del viejo Valladolid, orando, admirando y contemplando la Pasión según la Vera Cruz, los pasos de esta Alabanza a nuestra Madre en forma de Corona Franciscana, sin olvidar a nuestros antepasados difuntos, aquellos cofrades que fraguaron la forma y el sentir de nuestra cofradía y que hemos heredado para mayor Gloria de Dios y de su Santa Cruz, la que nos guía y nos protege.

 

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos

que por tu Santa Vera Cruz redimiste al mundo

 

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