VI Pregón Vera Cruz: Dª Mª Sagrario Medrano del Pozo

VI PREGÓN DE LA CUARESMA Y LA SEMANA SANTA

COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ

VIERNES, 21 FEBRERO 2020

20:30 HORAS

Estimado Sr. Capellán Rector D. Florentino, alcalde presidente, miembros del cabildo de gobierno de la Santa Vera Cruz,  representantes de Juntas de Gobierno de diferentes Hermandades  de Valladolid como la Sagrada Pasión de Cristo, de la Orden Franciscana Seglar (la Cruz Desnuda), de la Preciosísima  Sangre, del Santo Sepulcro y Santísimo Cristo del Consuelo, y de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna,  cofrades, familiares, amigos todos.

 Es un gran un honor realizar el Pregón de la Cuaresma y Semana Santa de esta cofradía de la  Vera Cruz que tanto significa, para mi y mi familia.  Doy por ello las gracias al alcalde presidente, Don José Luis Martín, al vicepresidente, D. Daniel Domínguez, y a todo el cabildo de gobierno, por tener la  deferencia de proponerme para un acto de tanta trascendencia y que prestigia, en gran medida, a quien lo realiza. Espero no desmerecer al lado del brillante trabajo de mis predecesores.

Es muy significativo que sea la primera mujer  invitada a pregonar los Actos que, desde el Miércoles de Ceniza al Domingo de Resurrección, realizará nuestra hermandad  y deseo dedicar estas primeras palabras para rendir homenaje  a todas las hermanas cofrades. A las que formaron parte de ella, como Hermanas de devoción hasta hace pocos años y, las que, desde la reforma del Código de Derecho Canónico, son cofrades de pleno derecho. Mujeres que, como Camareras de la Virgen, han trabajado y cooperado constantemente, con entrega, amor y delicadeza, dando realce y esplendor  a las imágenes, al templo y a la  cofradía.  En consideración a todas ellas, quisiera mostrar mi reconocimiento y gratitud a dos de nuestras hermanas recientemente fallecidas, Juanita García y Mercedes Pérez, que representan a todas las que con cariño y generosidad han dado y, hoy también continúan  ofreciendo, lo mejor de si mismas al servicio de Nuestro Señor Jesucristo y  María Santísima de los Dolores.

 Permítanme que ahora acuda a mis recuerdos. Y echando la vista atrás, no podía imaginar, cuando dejé Villavieja del Cerro  para iniciar mis estudios universitarios en Valladolid, que mi lugar de residencia estaría a escasos metros de donde nos  encontramos, en la calle Guadamacileros, uno de los rincones con más encanto de esta ciudad. Y  que con el tiempo llegaría a ejercer de pregonera  en este acto.

  Hay acontecimientos, encuentros, relaciones que marcan toda una vida y permanecen como huellas imborrables en la memoria, pues bien, en mi caso están asociados indefectiblemente  a esta  hermandad y al Coro de la Vera Cruz.  A él llegué de la mano de Don Ramón Hernández, capellán –rector en aquella época y profesor mío de Religión en la Universidad. Gracias a Don Ramón entré a formar parte del coro, como soprano, junto a mi hermana Teresa, y poco más tarde nos hicimos cofrades.

 Aquí entablé amistad con personas que han influido decisivamente en el devenir de mi existencia. Compañeros y amigos, algunos tempranamente fallecidos, como el poeta, compositor y director del Coro de la Vera Cruz, José Luis Betegón o mi querida amiga y también directora del Coro, María Jesús Sanz.

 Vínculos muy profundos que aún perduran  y que personalizo en Pedro Muñoz, padrino en mi boda y de mi primera hija. Cofrade ligado al ámbito musical, fundador de la Banda de Cornetas y Tambores  de la Penitencial a finales de los  años ochenta del siglo pasado e impulsor, junto a unos pocos de nosotros, del Coro Verde y Negro que, durante los veinticinco años de su existencia, estuvo íntimamente unido a esta  cofradía y no solo por los colores.

Alguno de  los años más felices de mi vida los pasé en este lugar con los amigos del coro. Rememoro con especial cariño, aquellas excursiones en las que  tanto nos divertíamos, tocando la guitarra y  cantando, mientras viajábamos en el autobús de  Nicanor: al Lago de Sanabria, Toledo, Comillas, aquellos tres autobuses llenos  para visitar el románico palentino o en Año Santo a  Santiago de Compostela. Excursiones esperadas con alegría, que fueron lugar de encuentro entre diferentes generaciones de cofrades y que  ayudaron a crear lazos de amistad y de  verdadera fraternidad.

 Poco más tarde, en esta iglesia y  ante el Lignum Crucis, colocado en el camarín del altar mayor pues Nuestra Señora de los Dolores estaba en proceso de restauración, prometí amar y serle fiel durante toda la vida, a José Manuel, mi marido, al que conocí cantando en el coro y que, además era hermano de Marian, la  mejor amiga de juventud .

Aquí he visto crecer a mis tres hijos, Victoria, Cristina y Guillermo, inscritos  al poco de nacer.  A una temprana edad participaron  de diversas formas en la vida de la Hermandad, las niñas fueron monaguillos en las misas, pastores, pajes, Reyes Magos o Virgen María en los belenes vivientes e incluso, cuando nació Guillermo un 7 de noviembre, nos pidieron  que hiciera esas Navidades de  Niño Jesús, a lo que no accedimos, aunque al año siguiente ya salió de ángel y en estos últimos años desde la sección de andas ha  cargado el Lignum Crucis, la Borriquilla o a Nuestra Señora de los Dolores.

Y ahora ilusionados, esperamos la llegada, si Dios quiere, de la que puede ser la quinta generación de mujeres cofrades de la Vera Cruz en nuestra familia, Olivia, la hija de Luis y Victoria .

 Pero, además de formar parte del Coro, cantando más de trescientas misas en este templo, mi relación con la Cofradía ha sido muy especial pues a lo largo de tantos años, desde que me impusieron la medalla que con cariño llevo sobre el pecho, he cooperado en diversas actividades que, hoy, al volver la vista atrás para hilar estas líneas, me llegan a  sorprender, como cuando recibí el encargo de redactar las necrológicas para el Boletín de la penitencial y lo que me costó despedir, literariamente hablando, a una persona tan querida por todos, como era el bueno de Pablote, sonriente repartidor de velas en infinidad de  Semanas Santas.

 Tuve el honor  de formar parte de la Comisión de Pintura, junto a Gabriel Casado y José María Cerrato, cuando se realizó la rehabilitación pictórica del interior del templo y, como aportación,  puse todo el empeño en conseguir la recuperación del color azul original de la cúpula.

La celebración del V Centenario me permitió disfrutar de otras experiencias muy gratificantes, como llevar la coordinación musical, planificando las armonizaciones de las eucaristías y los conciertos, durante todo el año 1998. También ayudé, junto a otros muchos hermanos, en el montaje y realización de visitas guiadas a la Exposición extraordinaria organizada para esa efemérides o la colaboración en la limpieza  y ornato del templo durante todo aquel periodo.

 A lo largo de estos años, aunque a veces de forma intermitente, no he dejado de participar dirigiendo el rezo del santo rosario. Actualmente, para revitalizar esta piadosa práctica que tantos beneficios espirituales proporciona, se formó el Grupo del Rosario de la Santa Vera Cruz en el que  estoy integrada.  

Dejando atrás estas evocaciones del pasado, hoy vengo aquí para anunciar los actos religiosos y procesionales que  la cofradía va a realizar  durante la Cuaresma y Semana Santa de este año  2020.

 Ceremonias que comenzarán el miércoles 26 de febrero con la imposición de la ceniza y la práctica del ayuno y la abstinencia. La ceniza, obtenida de la quema de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior, se impondrá a los fieles como signo de penitencia, conversión y arrepentimiento de los pecados, recordando que polvo somos y en polvo nos convertiremos.

  Ese mismo día asistiremos al Besapié a la imagen de Nuestro Padre  Jesús Atado a la Columna, uno de los acontecimientos más multitudinarios que tienen lugar a lo largo del año,  junto al Viernes de Dolores y el domingo del reparto de roscas.

 Las alabanzas a la talla y habilidades artísticas de Gregorio Fernández, han sido repetidas constantemente por diferentes cronistas, historiadores y expertos del arte.

Pues bien, a la delicadeza, proporción estética y expresión inigualables de esta talla, se une la gran devoción que, desde antiguo, ha suscitado la llaga de su espalda, tan igual a la de Nuestro Señor Jesucristo, que los alcaldes y mayordomos solicitaron  en 1619 y consiguieron del Santo Padre, jubileo e indulgencias para cuantas personas se acerquen y oren ante esta imagen. Lo que supuso convertir el templo en un Santuario para el  Santo Cristo Atado a la Columna, al que, hoy, siguen llegando fieles devotos que depositan en Él toda su confianza.

Antes de la Semana Santa, triduos, misas cuaresmales, novena, besapié y besamanos se suceden en nuestro templo durante la Cuaresma, como preparación espiritual para el acontecimiento más importante en la vida de un cristiano: rememorar la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. A las cinco misas cuaresmales dedicadas a nuestras sagradas  imágenes, se une  el rezo  del Vía Crucis todos los viernes.

   El Triduo al Cristo del Humilladero siempre ha sido un momento muy relevante  dentro de los cultos cuaresmales y, este año, el oficiante será  nuestro capellán –rector,  don Florentino Castillo Crespo, cuya vocación misionera se mantiene intacta, mostrando cada día  su deseo de  ganar nuevas almas para el Señor.

Conocemos la gran devoción que ha tenido a lo largo del tiempo el  Santo Cristo de la Cruz, o Cristo del Humilladero, sabemos que recibió culto en la hornacina central del templo. Manuel Canesi señala en su Historia de Valladolid que en 1745 la cofradía  hizo un trono de espejos al Santo Cristo y colocó a sus pies a su Madre, Nuestra Señora de los Dolores. Por otro lado,  Antolínez de Burgos nos cuenta que en la ermita del Humilladero se decía misa cada día y se ganaban indulgencias, aunque muy poco sabemos del primer Cristo crucificado  que  allí recibió culto.

  La actual imagen que poseemos nunca pudo estar dentro de ella por su gran tamaño tal y como como se describe en las crónicas: “las rogativas o salidas procesionales del Santo Cristo eran frecuentes en época de sequía y llevaban la imagen hasta la ermita del Humilladero pero, por el  gran  tamaño del Cristo, no podía entrar en la ermita y se colocaba delante de la puerta para rezar antes de volver al templo.” Hasta 1809  en que, el Humilladero es derribado por los franceses, según narra Hilarión Sancho, para evitar que los guerrilleros, que hostigaban a las tropas francesas, se escondieran detrás.

Pero no olvidemos que el Santo Cristo del Humilladero sigue velando por nosotros desde su altar rodeado de espejos, deseando que  pongamos  nuestra confianza en Él y esperándonos  todos los días del año.

 La primera misa cuaresmal estará dedicada a la Oración de Jesús en el Huerto y a continuación se celebrará el triduo en su honor oficiado  por nuestro capellán rector.

  “¡Padre mío, si es posible,  aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la Tuya! “Ante este desfallecimiento en el que, tantas veces, nosotros nos hemos encontrado, hay un pasaje en el evangelio de San Lucas donde nos narra  la aparición de un ángel para dar fuerzas al Señor en el huerto de los Olivos.

  Esta escena es la que representó Andrés Solanes con este paso procesional, hoy incompleto, por encontrarse las imágenes que le acompañaban, tras la Desamortización de Mendizábal, en el Museo Nacional de Escultura.

  La  siguiente misa Cuaresmal es en honor al Ecce Homo y  en este  2020 tiene una significación especial por cumplirse los  400  años en que se terminó de labrar la imagen y se entregó, a la cofradía, el paso de la Coronación de Espinas, del que formaba parte. Además de los cultos propios de Cuaresma y salidas procesionales en Semana Santa, se  va a conmemorar este IV Centenario con un triduo y una procesión extraordinaria en el mes de septiembre.

 Siempre he pensado que Gregorio Fernández se dejó el alma cuando realizó el rostro de esta imagen. Su mirada conmueve por su mansedumbre, tristeza e infinito dolor. Es el Cristo de los olvidados, es la mirada,  hoy día, de tantos  ancianos, que viven y mueren en soledad, hasta el último aliento, del pobre desarraigado cuyo hogar es la calle, mirada que no queremos encontrar porque significa compromiso y somos débiles. No conozco ningún otro rostro tallado que resulte tan humano y pueda expresar tanto. Mi devoción por esta imagen viene de  mis primeros años en el coro,  pues en aquella época estábamos situados para cantar la misa, entre el púlpito y el altar del Cristo de la Caña. Sin palabras nos decía: “Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te ofendí? Respóndeme”.

Le seguirá la misa cuaresmal  en honor al Descendimiento. En mi opinión, un prodigio de composición dentro de la Semana Santa vallisoletana, el paso que nuestra penitencial sacó en 1810, en la procesión  que dio origen a la General  de la Pasión de nuestros días. Es el que tiene entre sus personajes, expuesto al público y no en un museo, un sayón, en lugar de una imagen sagrada y santa.

 Cuántas mujeres habrán sufrido, en estos siglos, la  pérdida  de algún ser tan querido como Nuestra Madre, preparada para acoger en su regazo al Hijo Amado que descienden de la Cruz y dirá a todo el que la mire : “¡No hay dolor como este dolor!”

 La cuarta misa cuaresmal es la más jubilosa, pues se realiza en honor a la Borriquilla y  finalizarán estas  eucaristías  con  la dedicada  al Cristo Atado a la Columna que inició, el año pasado, las conmemoraciones de las imágenes legadas por el maestro Fernández.

 El 25 de marzo comenzará la preparación a la novena, con el canto de la Salve Popular, y a partir del día siguiente y hasta el Viernes de Dolores, las solemnes eucaristías con homilía que  tendrán como orador sagrado al Rvdo. Sr. D. Mariano Pérez Solano, gran amigo de esta hermandad y de los que la formamos y que 34 años después  vuelve a ser el predicador de la novena a la Virgen Dolorosa.

 Durante el tiempo que formé parte del coro, estos días eran muy especiales para nosotros pues, los meses anteriores, preparábamos canciones nuevas y seleccionábamos el repertorio de temas que cantaríamos cada día de la novena. Las canciones eran postconciliares, desde obras de compositores como Juan Antonio Espinosa o  Cesáreo Gabaráin a versiones de Bob Dylan o Simón y Garfunkel, a dos voces mixtas, con guitarras y órgano eléctrico, en contraposición a la música polifónica que después desarrollaríamos, esencialmente renacentista como T. Luis de Victoria, hasta  J S. Bach.

  En el momento de recogimiento, después de la comunión,  interpretábamos alguna de nuestras obras más íntimas, aunque la que marcó la diferencia con cualquier otro coro era el ” Señor, escúchame” de José Luis Betegón.

“Señor, escúchame

Es el momento del amor

En el silencio háblame

Consuela mi soledad

Ten piedad de mí.

Llevaré por el mundo tu palabra en mi boca

Si tu vienes conmigo de mi senda serás

Te llamaré y estarás junto a mi

Cantaré tu alabanza por el largo camino

Sentiré tu silencio dentro del corazón

Te llamaré y estarás junto a mi. “

 

  Antes de finalizar se rezarán las oraciones propias del día de la novena. Luego quedará la iglesia en penumbra, tan solo iluminada nuestra Madre en su camarín, desde el que  escuchará el canto de la Salve que, estos días, con tantos corazones emocionados,  es cuando  suena mejor.

 De épocas anteriores tenemos testimonios como los de  Ventura Pérez que  en 1745 recoge el momento del inicio de la novena a Ntra. Señora de los Dolores de la Cruz con “la colocación de la imagen en una nueva caja de espejos que habían ejecutado los devotos en el altar mayor. Y había misa y sermón por la mañana, Salve solemne por la tarde y novena con la música de la Santa Iglesia Catedral por la noche”.

 Durante el siglo XVII y en menor medida en los dos posteriores, el acompañamiento musical para las misas de la novena o en festejos como la Cruz de mayo, va  a ser muy habitual, pagando la cofradía, bien a la  capilla de ministriles de la Catedral o a los instrumentistas de la Iglesia de Santiago, como se observa  en los archivos de ambos templos. Y me consta por haber trabajado  en el archivo de la catedral junto a D. Jonás Castro Toledo, canónigo archivero que fue de la misma y profesor  de Paleografía en la Universidad.

   Durante el Viernes de Dolores, se realizará el  Besapié a Nuestra Madre, descendida de su camarín el día anterior por los hermanos de carroza. El autor de la  frase ”antes faltará la luz que cofrades en la Cruz” “seguro que estaba pensando, entre otros, en hermanos como  Manuel Segovia, tan imprescindibles en una cofradía.

La Virgen, entronizada en el centro del presbiterio, bajo dosel y engalanada con exquisitos adornos  florales y cera, recibirá el cariño de sus hijos que se acercarán a besar  su pie,  durante todo el día, salvo las interrupciones  por la celebración de las dos Eucaristías, por la mañana a las doce, la de nuestros cofrades de honor, los ingleses, oficiada por  el Rector del Real Colegio de San Albano.

 Por la tarde, la otra misa con homilía, tras el ejercicio del Viacrucis y el rezo del rosario,  finalizando con la oración de la novena, la petición de algún favor a Nuestra Señora y el canto de la Salve como en los días anteriores.

 Sin duda uno de los días más especiales en la vida anual de la hermandad y que cuenta con la  mayor afluencia de cofrades y fieles devotos. Para este momento el coro preparaba las  mejores y más lucidas canciones para la misa. Y, para el besapié,  todo el repertorio de obras dedicadas  a la Virgen, aunque la más emotiva y especial para ese día, siempre he creído que era  el “Stabat Mater  Dolorosa”, cuyo texto en castellano comenzaba así:

“Estaba la Madre dolorosa

junto a la Cruz llorosa

en que pendía su Hijo.

Su alma gimiente

contristada y doliente

atravesó la espada.

¡Oh cuan triste y afligida

estuvo aquella bendita

Madre del Unigénito!

Languidecía y se dolía

La piadosa Madre que veía

Las penas de su excelso Hijo.

¿ Qué hombre no lloraría

si a la madre de Cristo viera

en tanto suplicio?

 

 Esta secuencia cuya procedencia se atribuye al papa Inocencio III y  al franciscano Jacopone da Todi, se ha cantado desde el siglo XIII y posteriormente se han realizado numerosas versiones siendo una de las más famosas la de  Pergolesi, que se interpretaba, el Viernes de Dolores, en una procesión por las calles de Nápoles.

 El Sábado de Pasión tendrá lugar el Besamanos a Nuestra Señora de la Soledad. Acto de muy reciente creación y ya arraigado en el calendario de esta penitencial. Una imagen que, en el último cuarto del siglo pasado, también participó en salidas procesionales. Durante bastantes años desfiló en la madrugada del Viernes Santo, hasta la recuperación, a finales del siglo XX de nuestra Procesión de Regla. Para Ella se utilizaron diferentes  andas y  ha dado origen al grupo de hermanos que portan a hombros nuestras sagradas imágenes.

 La Virgen de la Soledad estuvo debidamente preparada, durante muchos años, en su atuendo procesional, por nuestra hermana Juanita y el actual manto que luce fue confeccionado por Ángeles Izquierdo,  mi madre política y donado por la “Asociación Cultural Rúa Oscura”, a la cual pertenecí.                                 

  Y llegará el Domingo de Ramos y con él, la misa de la bendición de las palmas y los ramos y la procesión que marca la liturgia, alrededor del templo, cantando el tradicional “Gloria al hijo de David, sol inmenso de bondad…”

  Al finalizar la misa, se prepararán la iglesia y los hermanos para iniciar, desde nuestro templo, los desfiles procesionales con el paso de la Borriquilla. Es el último ejemplo de las escenas de pasión que Pinheiro da Vega pudo contemplar y elogiar  como narró en su obra Fastiginia de 1605.

 Atribuido a Francisco Giralte, seguidor de Berruguete, aunque no todas las figuras del paso se pueden asignar a este autor pues cronológicamente son de épocas diferentes,  está realizado con tela encolada y cartón, paso de papelón, y  es, quizá,  el más antiguo de los pasos procesionales que se mantiene  saliendo en Valladolid, desde el siglo XVI.

 Para alegría y entusiasmo de los niños, a la Borriquilla casi nunca  le ha afectado la lluvia y en raras ocasiones ha dejado de salir, porque cuando se abre por primera vez, en cada Semana Santa, la puerta de la  Santa Vera Cruz, y sale la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, ante miles de niños y padres expectantes, el astro rey también quiere lucir sus mejores galas y presencia radiante la alegre algarabía, el olor a ropa recién estrenada, palmas y ramos moviéndose por aquí y por allá, pasos apresurados y nerviosismo de aquellos que llevan por primera vez a hijos o nietos a desfilar, reencuentros y emociones por ver de  nuevo a los compañeros de fila del año pasado, y la espera, impaciente,  hasta la salida del paso, llevado a hombros estos últimos años.

 Todo esto contrasta con la inmensa ternura que invade nuestro ánimo cuando contemplamos a esos cofrades, ya mayores, que con paso cansado y corazón de niño siguen acompañando, a cara descubierta,  a la Borriquilla.

  Al terminar la procesión, tras una breve plática, el señor arzobispo impartirá la bendición, desde la balconada de la penitencial, a la inmensa cantidad de niños de todas las cofradías que agitan sus ramos a lo largo de la calle Platería y adyacentes. Palmas que llevaremos a nuestras casas pues como dice Ortega y Zapata en sus Recuerdos del Valladolid de mediados del s. XIX : ” En llegando a casa colocarlos en balcones y ventanas, salvo las palmas rizadas que se colocaban en la sala de estrado en prueba de estimación”

   El Lunes Santo, desde mis primeros años en la penitencial, acompañé a Nuestra Madre  en la Procesión del Rosario del Dolor, siempre vistiendo de luto, con el traje de manola.

 Aprendí desde muy pequeña a seguir el rezo del Santo Rosario como una tradición familiar, crecí en un ambiente religioso, mi padre Perpetuo lo rezaba todas las tardes, ante las imágenes de la capilla de mi tío Leonardo, su hermano, sacerdote  tempranamente fallecido y mi madre Victorina, con una memoria extraordinaria recitaba infinidad de oraciones a la Virgen  y con relativa frecuencia nos ponía de ejemplo las virtudes y sacrificio de su tío, el Beato Florentino Asensio Barroso, obispo y mártir de la diócesis de Barbastro y gran divulgador del rezo del rosario a  la Santísima Virgen. Por ello, moralmente, siento  la obligación de continuar su legado.

 El Miércoles Santo, en el atrio de nuestro templo, cubriremos la cuarta estación del Vía Crucis procesional, con el encuentro de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores.

  Para  los Oficios de Jueves Santo la  penitencial, de nuevo, se vuelve a transformar en templo para celebrar la misa de la Cena del Señor. En esta ceremonia se conmemora la  institución de  la Eucaristía y del sacerdocio y se recuerda el mandamiento del amor fraterno con el acto del lavatorio de pies, siendo algunos de nuestros más pequeños cofrades los que desempeñarán  el papel de  apóstoles .

 Tengo muy presente mientras transcurren los oficios a Julio Tesedo y Francisco Fonseca, durante tantos años, acólitos en la compleja liturgia del Triduo Sacro que ese día comienza.

  Tras el traslado del Santísimo al Monumento, instalado en el altar del Ecce Homo, se iniciarán los turnos de vela ante el mismo. 

 La noche del Jueves de la Cena saldrá la Procesión de Regla  que es el centro de nuestros actos procesionales.   

  Actualmente, desde su recuperación en 1998, con motivo del V Centenario del primer texto en el que se menciona a la Cofradía,  se realiza un acto muy emotivo en la Plaza Mayor, junto al lugar en el que estaba situado el Convento de San Francisco donde nació nuestra hermandad, para recordar y rezar por los hermanos cofrades de todos los tiempos, que nos han precedido y ya no están con nosotros. 

 Especialmente, quiero recordar, a los hombres y mujeres del siglo XVII, tan generosos como para encargar estos maravillosos pasos al más grande escultor de la época y de derribar  parte de la iglesia para agrandarla y llenarla de obras maestras y de corazones henchidos de devoción y fe, como forma de acercarse más a la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

 Sin embargo la lluvia ha provocado en numerosas ocasiones la suspensión de la procesión, Ventura Pérez narra en su Diario de Valladolid, las diferentes fechas y la situación atmosférica desfavorable que impidió cumplir con la tradición, como en  1725 en que no salió la procesión hasta las diez y solo hasta su casa pues el jueves llovió y nevó muchísimo.”

Por otro lado, también hubo cambios en la hora del comienzo de la procesión, Francisco Gallardo, señala que en la Procesión de Regla del Jueves Santo de 1814  salieron los pasos a las seis de la tarde pues desde el siglo anterior no querían procesiones nocturnas por las alteraciones del orden público que se producían.

 En las primeras horas de la tarde del Viernes Santo tendrán lugar los Divinos Oficios de la celebración de la Pasión del Señor, con la adoración de la Cruz, momento de tanta relevancia para nuestra cofradía. “ Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la Salvación del mundo. Venid a adorarle”. Árbol del que poseemos dos fragmentos, siendo el de mayor tamaño, el Lignum Crucis, custodiado en nuestro preciado relicario de plata, y piedras preciosas.

En este día vienen a mi memoria alguno de nuestros últimos capellanes: el teólogo y  elocuente, Don José Calvo, custodiando la llave del Sagrario colgada sobre su pecho durante toda la tarde, hasta su salida, tras el paso de la Virgen de los Dolores  en la Procesión General, o el  entrañable, don Carlos Baruque, con su sonrisa permanente, comentando que ” ciertamente “ el podría echarse en el suelo como indica la liturgia del día, pero mucho temía que luego no pudiera levantarse.

Poco después se iniciará  la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor en la que  saldrán a la calle todas nuestras imágenes acompañadas en cada caso por las cofradías que las alumbran desde el primer tercio del siglo XX y nosotros asistiremos al lado de nuestra Madre, la Virgen de los Dolores.

 El revuelo de la gente que se concentra en la calle de la Platería para contemplar la vuelta a casa de las imágenes, provoca un murmullo incesante solo roto por el silencio que se produce con la llegada de cada nuevo paso y antes de recogerse en nuestro templo escucharán, con respeto, la interpretación de la marcha real, por la correspondiente agrupación musical.

  El momento álgido se da cuando llega la Madre Dolorosa, es el último día que vamos a cantar la salve popular, a la puerta de la iglesia, para despedirla. Los cofrades, con hábito o sin él, nos apretujamos para escucharnos unos a otros y que suene bien afinada.

 Al terminar  el himno nacional, Santiago, nuestro sacristán, cerrará las puertas tras Ella, hasta la próxima Semana Santa. Y comenzarán los abrazos de despedida entre  los amigos o compañeros de fila, algunos venidos de lejos para acompañar a sus queridas imágenes y que, quizá, no volverán a encontrarse hasta el próximo año.

  El Sábado Santo, a media tarde, el periodista, y subdirector del Norte de Castilla, José Ignacio Foces Gil, será este año el encargado de glosar y realizar el ofrecimiento de los Dolores de la ciudad a Nuestra Madre la Santísima Virgen Dolorosa de la Vera Cruz. Como escribía Dante: “ El que sabe de dolor,  todo lo sabe”

 Posteriormente se realizará la tradicional ofrenda floral por los centros hospitalarios, casas regionales, cofradías, instituciones públicas, particulares y pueblo fiel. Seguirá una meditación sobre el dolor de la Virgen y el canto de la salve.

 Al final del día, nos reuniremos para  la Vigilia Pascual. La Vigilia de las Vigilias, que dará paso a la Pascua Florida y que suele realizarse en un ambiente íntimo, casi familiar.

   La Semana Santa finalizará el Domingo  con la celebración festiva de la misa para conmemorar la Resurrección de Nuestro Señor, el acontecimiento más trascendente de nuestra fe.

 Todos estos cultos y procesiones tienen como finalidad ayudar a los cofrades a cumplir como buenos cristianos con  los dos mandamientos en que se resume la ley de Dios: el amor al Señor sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, para conseguir la vida eterna. Asistiendo y participando en la santa misa y otros cultos y procesiones mostraremos el amor al Altísimo y nuestro compromiso personal hacia los demás, junto a la colaboración en los proyectos solidarios de la cofradía pueden contribuir a cumplir con el mandamiento del amor fraterno.

 No quisiera concluir sin señalar cómo me emocionó, profundamente, la primera vez que entré en esta iglesia de la Santa Vera Cruz y fui recibida por Nuestra Señora de los Dolores con los brazos abiertos, pareciéndome que me acogía en su regazo.

 Con esa esperanza, muchas veces a lo largo de mi vida he recurrido a ella, como Madre, para pedirle su ayuda, especialmente en este último año, y nunca ha dejado de escuchar mis súplicas y ofrecerme su protección.

 A veces, cuando estoy en este templo, cierro los ojos y siento que escucho el murmullo de cientos de voces, de hermanos de  todos los tiempos que, postrados con fervor a los pies de Nuestra Señora, rezan miles de plegarias,  implorando su apoyo con la  esperanza de que Ella les dará su amparo y acompañará  hasta el final de sus días.

 Y pienso, si los hermanos de la Vera Cruz, de este siglo, no tendremos la misma confianza para acudir a Ella en los momentos de necesidad, ofreciéndole algunos minutos de nuestro tiempo, para llenar también con nuestra presencia y nuestras oraciones este  extraordinario templo. Por eso, me atrevo a realizar dos peticiones:

 El 16 de enero de 1757 los alcaldes, diputados y oficiales de esta cofradía, para solicitar que Nuestra Señora de los Dolores cerrara las procesiones, señalaron la gran devoción que ha tenido y tiene la imagen, y que la cofradía tiene facultad para dar culto a la que ellos denominan en el texto  “milagrosa”  imagen de Nuestra Señora de los Dolores. Por ello, la primera petición es que, con motivo de la Coronación canónica que se va a realizar, en el año 2023, se promuevan las acciones necesarias ante Su Santidad el Papa, para  que quienes acudan a rezar ante la milagrosa imagen de Nuestra Señora de los Dolores puedan obtener indulgencias y Jubileo, a imitación de las que consiguieron en su momento, para la imagen de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna.

   La segunda petición es más sencilla, pero, quizá, más difícil de poder cumplir: la imagen de Nuestra Señora está aquí siempre y recibe culto todos los días, imploro, como ofrenda particular de cada hermana y hermano de la Santa Vera Cruz, es decir, solicito a cada uno de vosotros,  que hagáis el esfuerzo de venir a acompañarla en los cultos del  rezo del Rosario y la celebración de la santa misa, donde se renueva la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y que se celebran todos los días del año, por el bien de nuestras almas.

  ¡ Qué mejor ofrenda para Nuestra Madre, que ver a todos sus hijos, unidos, rezando ante su altar!

  Vuelvo a reiterar mi agradecimiento al Alcalde Presidente, D. José Luis Martín, por haberme dado esta oportunidad de compartir mis recuerdos y emociones, con todos vosotros y poder anunciar los actos y cultos que con motivo de la Cuaresma y Semana Santa del año 2020, tendrán lugar en este templo y en las calles de nuestra ciudad a cargo de la Penitencial de la Santa Vera Cruz para mayor gloria y honra de Nuestro Señor Jesucristo y  de su Santísima Madre.

Muchas gracias a todos por vuestra  presencia y atención.

Desde aquí podéis acceder a la noticia y fotografías de este acto