Ofrecimiento de los Dolores 2014

 OFRECIMIENTO DE LOS DOLORES 2014 

A CARGO DE: 

D. JESÚS JULIO CARNERO

Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Valladolid

 

Todos tenemos un espacio vital que, fraguado en la infancia, se va perpetuando con el paso de los años y acaba siendo como una extremidad más de nuestro cuerpo.

En mi, ese espacio vital lo conforma el camino que hay entre la Plaza de San Pablo, donde estudié, crecí y hoy sirvo a los pueblos de nuestra provincia, y la Plaza Mayor, dónde siempre uno va a hacer algo, porque por eso es Plaza y Mayor. Y a mitad de camino, la Iglesia de la Vera Cruz. La Iglesia de las Palmas en mi infancia, la Iglesia de Jesús Atado a la Columna en mi juventud y la Iglesia de la Virgen de la Vera Cruz en mi madurez. Punto intermedio en mi vida, siempre.

Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo

Señor Delegado del Gobierno de España en Castilla y León.

Señor Alcalde-Presidente de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz.

Señor Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa.

Representantes institucionales de asociaciones y colectivos sociales, religiosos y culturales de nuestra ciudad.

Autoridades. Cofrades. Compañeros de Corporación Municipal y Provincial. Queridos amigos y vecinos de Valladolid. 

 

 

 OFRECIMIENTO DE LOS DOLORES 2014 

 

A CARGO DE: 

 

D. JESÚS JULIO CARNERO

 

Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Valladolid

 

 

Todos tenemos un espacio vital que, fraguado en la infancia, se va perpetuando con el paso de los años y acaba siendo como una extremidad más de nuestro cuerpo. 

En mi, ese espacio vital lo conforma el camino que hay entre la Plaza de San Pablo, donde estudié, crecí y hoy sirvo a los pueblos de nuestra provincia, y la Plaza Mayor, dónde siempre uno va a hacer algo, porque por eso es Plaza y Mayor. Y a mitad de camino, la Iglesia de la Vera Cruz. La Iglesia de las Palmas en mi infancia, la Iglesia de Jesús Atado a la Columna en mi juventud y la Iglesia de la Virgen de la Vera Cruz en mi madurez. Punto intermedio en mi vida, siempre. 

Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo 

Señor Delegado del Gobierno de España en Castilla y León. 

Señor Alcalde-Presidente de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz. 

Señor Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa. 

Representantes institucionales de asociaciones y colectivos sociales, religiosos y culturales de nuestra ciudad. 

Autoridades. Cofrades. Compañeros de Corporación Municipal y Provincial. Queridos amigos y vecinos de Valladolid. 

Hoy Señora, qué honor, en este Sábado Santo, me dirijo a Ti y a todos los vallisoletanos ofreciendo el Dolor que nos acucia y nos envuelve en el duro transitar de nuestra vida. Así lo ha querido el Alcalde-Presidente de la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz en nombre de todos los cofrades de la misma. Gracias, gracias de corazón. 

Deja, Señora, que lo haga desde mi Ciudad pero también más allá de ella. Con idénticos problemas en distintas realidades: el vivir, el luchar, el trasegar en la rutina. 

Deja que lo haga teniendo presente a todas las mujeres y hombres de nuestros pueblos. Deja que hoy vengan a ofrecerte su Dolor a la Ciudad. Deja que ciudad y pueblos seamos provincia, Provincia de Valladolid en Ti y contigo, Señora del Dolor. 

Modelar, cincelar, esculpir esta ofrenda. De eso se trata. Utilizando el gramil y la maza, el buril y el cuchillo de talla, los raspines y las escofinas, los punzones y los cepillos, el formón y la azuela de mis palabras. 

Cada golpe de cincel, un dolor salido desde la gubia que hoy más que nunca quiere ser mi corazón. 

Al empezar mi modelado te observo, Señora, y en tu bella forma veo las sencillas maderas. Las imagino intactas y me acerco a tu creador Gregorio Fernández, lucense de Sarria, vallisoletano de nuestros corazones, imaginero del Barroco por excelencia. 

Pienso en los 47 años de tu creador cuando te da vida. En qué pensaría cuando te vio definitivamente y en qué pensaría si pudiera regresar al futuro y verte hoy, y vernos a nosotros, y comparar el fervor y la admiración cuando vienes a la luz en 1623, con el fervor y la admiración de hoy en este 2014. Más de 390 años cautivando a quienes te contemplan. 

Sigo mirándote y empiezo a transitar en esta tarde tan vallisoletana desde esa primera forma hacia “un algo más”. Tus vestiduras, en su drapeado, son expresión de desamparo; en cada pliegue un dolor, la ternura toda en Tí. 

Y al fondo la Cruz, la raíz sola, y Tú a su lado. Así te siento. 

Continúo y ahora, en tu postración derrumbada, veo aún tus brazos levantados. Y en ellos acoges mi dolor. 

Mi azuela avanza, ya no estoy en “ese algo más”, me encuentro ya en la inñnitud de tu aflicción. 

Ya no veo madera, sólo oigo la expresión de Tu lamento. 

¿Por qué procesionas sola? El pueblo así lo quiere desde 1757. Muchas razones y una sola convicción: Tú eres la manifes­tación desolada. 

El dolor de la incomunicación, el gran dolor. Antes, ahora y siempre. El estar solo en todas sus formas y manifestaciones, por estar enfermo, por el desamor, por la pérdida de la amistad, por perder a un ser querido. Por estar solo. 

Hoy, ¡cómo me duele esa soledad en medio de la inmensidad!. La tarde de domingo en familia; los abuelos, en la tele ella y en la radio él; los padres, con sus teléfonos inteligentes; y los nietos con sus twiter, facebook. 

Antes lo fue la televisión en blanco y negro y mucho antes, nos lo han contado, la radio de capilla en torno al brasero. Pero siempre la familia como baluarte, como rompeolas de esa incomunicación. 

La soledad de nuestras personas mayores. Ese dolor del paso de los años al que hay que hacer frente con la verdadera red social del hombre: una mirada, una caricia, una sonrisa, un aliento para nuestros mayores. 

Con el formón cincelo ahora el dolor de la Vera Cruz viendo sufrir a su Hijo, el dolor de las madres por los hijos. Pero también el dolor de éstos al ver como con su sufrimiento hacen sufrir, lo que hace que su dolor sea rotundo. 

Jesús sufre el escarnio y la violencia en su Pasión pero antes, en Getsemaní, dice a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo: “Me muero de tristeza” como expresa San Mateo. 

Morirse de tristeza… Me he preguntado muchas veces qué consciente sería Jesús, en ese huerto del sufrimiento, del Dolor que iba a infligir a su madre y cómo eso le arrancaría el corazón: el hijo, cualquier hijo, haciendo sufrir a su madre. 

El dolor de la tristeza, ¿a cuántos nos aqueja y cuántas veces ocurre?. Hombres, mujeres, niños, jóvenes o mayores. Tristeza consciente o inconsciente, sabida o ignorada. Y a Jesús ocurriéndole lo mismo: morirse de tristeza. 

¿Y cómo luchar contra ella? Mirando a nuestro interior como hizo Jesús esa noche. 

“Tristeza y angustia siente Jesús”, nos sigue diciendo San Mateo. Para la escritora brasileña Clarice Lispector, “la angustia es el vértigo de la libertad”. Y no le falta razón. 

Jesús ante su libertad, ante el vértigo de su libertad, y en medio, la angustia. Ser o no ser el rey de los pobres. Ya llega la hora, dicen los Evangelios. La libertad ejercida. 

Nos angustia España, esta España que todos queremos y que algunos, sólo algunos, amparándose en una libertad parcial, no la de todos, como si la libertad se pudiera parcelar, pretenden partir. 

Señora. Que nuestra angustia actual no sea futuro dolorido. Que todos los españoles sigamos progresando social y econó­micamente a través de la concordia y el diálogo, juntos. Danos valentía, responsabilidad, solidaridad, superación y unidad para afrontar el futuro incierto. 

Con la gubia de mi palabra sigo modelando esta ofrenda a Tí, y al hacerlo, me encuentro con el maestro Delibes, con nuestro querido Miguel Delibes. 

Él, en “La sombra del ciprés es alargada” nos presenta a Pedro, un joven que se abre a la vida, sin padres, que pierde a su mejor amigo en su adolescencia y, ya en su madurez, a su mujer. Para él, el dolor de las pérdidas de sus seres queridos se traduce en el llamado “desasimiento”. Argumento esencial de esta primera novela del maestro que leí en mi adolescencia. 

Desasirse, renunciar al resto del mundo. Para Pedro, entre perder (a los seres queridos) o no llegar (a conocerlos) es mejor esto último. Encerrarse en sí mismo. 

Virgen Dolorosa. No permitas que nos encerremos en nosotros mismos, no permitas que el desasimiento nos envuelva. 

El dolor de quien pierde su trabajo y también el dolor de quien no llega a tenerlo, son hoy dolores que nos laceran. Son 51.817 dolores en nuestra provincia. Son proyectos vitales detenidos, en un tiempo cruel e injusto. 

Pienso en los jóvenes que quieren su desarrollo vital. Están preparados mejor que nunca y no pueden. Ellos son el bien más preciado que tenemos como sociedad. Y pienso también en nuestros jóvenes yéndose de España. 

Señora. Ayúdanos a encontrar los medios para que tengamos trabajo. 

Ahora siento el dolor de quien pierde su salud, incluso hasta no tener ya dolor. Y también de quien no llegó a tenerla y al cual no oímos pero se está acercando a la vida. 

Pienso en la enfermedad, dolor físico y dolor del alma de enfermos, familiares y amigos. Pienso en algunas de ellas, como el cáncer y el alzheimer, las dos más temidas por los españoles. 

Haz Señora que el sufrimiento de los enfermos y sus familiares se mitigue con los avances médicos y con la esperanza. 

Y como no, el dolor en la pareja, en el matrimonio. El dolor de quienes se pierden el respeto o el dolor de quienes no llega­ron nunca a tenerlo dentro de ella. En su incomunicación, en la discriminación de la mujer, en su falta de igualdad respecto al hombre y en la violencia de género, ese terrorismo doméstico aterrador que nos atenaza y repugna a todos. 

Virgen del Dolor. Haz que el respeto sea la guía en la vida cotidiana de la pareja. 

Cómo no sentir el dolor de los más pequeños, los niños, nuestra infancia, territorio sagrado y exclusivo de la persona, al que siempre volvemos. 

Siento profundamente el dolor de quien pierde su infancia de manera brusca e incompresible por mil razones, todas ellas también incomprensibles. El dolor de quien no llega a tener infancia, millones de niños en el mundo que nacen conociendo sólo las injusticias de los mayores. 

Señora. Haz que los niños sean niños mientras lo son. 

Pienso también en el dolor de la pérdida de valores como sociedad y en el dolor de una clase política que no llega a los ciudadanos y en el dolor de éstos por aquella. 

Virgen-Reina. Haz que los políticos, desde la responsabilidad y la honradez, demos las respuestas necesarias y justas a la sociedad a la que representamos. 

Haz que la recuperación de los valores sea estandarte de la convivencia a través de la solidaridad, la tolerancia, la justicia y la igualdad. 

Quiero que hoy también sientas el dolor de nuestros pueblos al perder población. Y también el no llegar muchas veces a tener las mismas condiciones de vida que tiene el mundo urbano. 

Todos, desde los mismos pueblos de nuestra provincia o desde aquí, debemos luchar para facilitar la vida de los que allí viven. Nuestros pueblos son las raíces de la mayoría de todos nosotros y son la respuesta para un mundo equilibrado y armónico. De nuestros pueblos es la raíz de la madera de las cruces que cada uno de nosotros llevamos. 

Virgen del Dolor. Haz que en ellos brille la luz como antes lo hizo. Entre todos lo vamos a conseguir. Y mi empeño y dedicación está en ello. 

Nuestra ofrenda, Señora, está ya casi tallada en este Sábado de Dolor que poco a poco transita hacia la Vigilia Pascual, hacia la Misa de Misas, hacia la Gloria de la Resurrección. 

Te pedimos que nos alivies en nuestros dolores y nos llenes de esperanza, que lleguemos y no perdamos. Hoy, en este día esperando en Jesucristo, no esperamos sólo para cada uno de nosotros, “Ofrecemos, en palabras de nuestro Sr. Arzobispo D. Ricardo, nuestra esperanza como servicio”. 

Y en Valladolid todos los martes, a las 9 de la noche, al lado de la Estación de Autobuses, bajo el paso elevado del Arco Ladrillo, eso pasa. 

Quien lo necesita recibiendo de quien puede dar un alimento, una consulta médica, unas gafas, un abrigo o una sonrisa. Ocurre también a otras horas o, de otro modo, en otros lugares. De ello sois magníficos testigos todas las Asociaciones que aquí hoy os encontráis. Brilla más la Luz en los ojos de los portadores de esa esperanza que en los receptores de la misma. Yo lo he visto. 

La esperanza como servicio. La esperanza de nuestras cruces al servicio de las cruces de los demás. El que menos ayudando al que más, y el que más al que menos. Y siempre unidos a Tí, porque como dijo el poeta zamorano Claudio Rodríguez: 

Siempre la claridad viene del cielo; es un don: no se halla entre las cosas sino muy por encima, y las ocupa haciendo de ello vida y labor propias. 

Así amanece el día, así la noche cierra el gran aposento de sus sombras. 

La noche de hoy va a cerrar las sombras de estos días de Pasión y mañana la Luz Blanca volverá a invadirnos. 

Por eso ahora sí, Señora, déjame que te llame MADRE. Durante la Pasión no he querido interrumpir tu diálogo doloroso con tu hijo, un rey que como dice Benedicto XVI rompe los arcos de guerra, un rey de la paz, un rey de la sencillez. 

Madre, en esta tarde vallisoletana en la que “tanto le ha costado al almendro hacer primavera del invierno” descorro, en este instante, el velo de mi ofrenda: 

Señora, Tú me encauzas hacia arriba, acoges entre tus brazos mi dolor. 

Lamento expresado 

Teñido de ternura, desamparo e infinitud. 

¿Acaso no es ésta la manifestación desolada? 

El pueblo sola te quería. 

¿Por qué estando no lo estás? 

¿Qué hace que me una a Ti? 

El Hijo sufre el escarnio, la violencia. 

Antes sintió tristeza y angustia. 

Mas nada se compara con el corazón arrancado: dolerse por su Madre Dolorosa. 

La Madre sufre viendo al Sufriente, el Hijo se sabe sufrido al sufrir. 

El dolor de raíz, el dolor de quien pierde pero también el dolor de quien no llega. 

Y sin embargo, lo dijo el poeta: 

“Siempre la claridad viene del cielo”. 

Por eso, Señora, déjame que te llame, ahora sí, 

MADRE. 

Mil gracias. Buen camino. Valladolid, a 19 de abril de 2014.

 

 

 

 

Podéis ver más fotografías de este acto en esta noticia