EL DESCENDIMIENTO

GREGORIO FERNÁNDEZ (1623)

Pocos años después la Cofradía encargó el “paso” con la escena del descendimiento de Jesús. La escritura de capitulaciones es firmada por Gregorio Fernández, el 16 de junio de 1623. Hace el boceto en cera y estudia con cariño hasta el más pequeño detalle. Sólo falta para dar comienzo a la obra, fijar ciertos extremos que al fin quedan puntualizados en el documento protocolario, que dice asi…

EL DESCENDIMIENTO

  GREGORIO FERNÁNDEZ (1623)

 

 

Pocos años después la Cofradía encargó el “paso” con la escena del descendimiento de Jesús. La escritura de capitulaciones es firmada por Gregorio Fernández, el 16 de junio de 1623. Hace el boceto en cera y estudia con cariño, hasta el más pequeño detalle. Sólo falta para dar comienzo a la obra, fijar ciertos extremos que al fin quedan puntualizados en el documento protocolario, que dice asi:

“Sea notorio e manifiesto a todos Quantos vieren esta publica escritura de obligación cómo yo Gregorio Fernández escultor vezino desta ciudad de Valladolid otorgo e conozco por esta presente carta que me obligo con mi persona e vienes muebles e raizes abidos e por aber de azer e que are y dare echo y acabados en toda perfezion de madera un paso, para la cofradía de la Santa Vera Cruz desta dicha ziudad de la historia del Descendimiento de Cristo Nuestro Señor de la Cruz con siete figuras que an de ser de Cristo Nuestro Señor quando le descendieron y Nicodemos y Josefz y Nuestra Señora San Juan y la Magdalena y otra figura todo conforme a la traza que del dicho paso esta echa y en mi poder de lo cual me otorgo por Contento a mi voluntad… el cual dicho paso de talla en toda perfezion de la escoltura le dare y entregare echo y acavado a Juan Ximeno y Francisco Ruiz alcaldes de la dicha cofradía para el día de Carnestolendas primero que vendrá del año venidero de mill e seiscientos veinte y quatro por cuya obra madera y talle y demas manufactura e trabajo de las dichas siete figuras del dicho paso se me a de dar la cantidad de maravedís que Francisco Diez platero de oro vecino desta ziudad dijeren que valen más cada una que cada una de las figuras del paso que hize para la dicha cofradía del Azotamiento de Nuestro Señor tasandose en mas valor y trabajo de cada una de las dichas figuras que allare e de azer della que hize del dicho paso del Azotamiento de manera que para el dicho paso qne ansí me obligo de azer del santo Descendimiento se me ha de dar y pagar todo lo que se me dio por el otro paso que ansí hize del Azotamiento para la dicha cofradía con el más valor quel dicho Francisco Diez dijere vale cada una de las dichas siete figuras que ansí me obligo de azer para el nuebo paso del Descendimiento y para le yr asiendo y acabarle se me a de dar dinero el que fuere menester para madera y oficiales y que me obligo que para el dicho día de Carnestolendas dare echas y acabadas las dichas siete figuras todas enteramente y cada una en perfezion conforme la dicha traza y zeras que de dicho paso esta hecho y como dicho es en mi poder y le dare para el dicho dia puesto plantado y asentado en su tablero cruces y escaleras… en la ciudad de Valladolid a diez y seis días del mes de junio de mili seiscientos veinte y tres años… “

Es obra plenamente lograda, de composición elegante, armoniosa y resuelta con insuperable maestría; es la única, dentro de las numerosas esculturas procesionales, que puede admirarse tal como salió del taller del insigne maestro. Aquí están en torno de Jesús, en el momento de ser descendido de la cruz, los varones justos, Nicodemo, José de Arimatea, el discípulo amado y la Magdalena, ataviados con amplias vestiduras de duros pliegues, que se mueven con brío y llenas de vida. Cerca presencia la escena la Virgen María que, transida de dolor, abre los brazos en anhelo infinito de amor. Es sustituida por una copia en el 1757, y colocada la original presidiendo el retablo mayor.

El “paso”, máquina monumental, mereció encendidos elogios. Por cierto, los alcaldes y mayordomos, que tan expeditos se mostraron -cuando les tocó apreciar la obra- fueron harto remisos a pagar su justo precio. No tenían prisa; iban con tanta lentitud librando las cantidades que, cuando muere Gregorio Fernández, y veinticinco años después, su mujer Maria Pérez, los herederos, dolidos por tan maliciosa y desusada dilación, se enzarzan en un pleito. El ilustre investigador Martí y Monsó, en su afamado libro “Estudios Histórico-Artísticos”, publicó interesantes detalles.

El grupo procesional una vez terminado y visto, como era de uso y costumbre por peritos en el arte, desfiló  por vez primera el año 1625, formando parte del cortejo procesional, en la tarde del “Jueves de la Cena”. Montado tal como salió del taller de Gregorio Fernández, sin sufrir ningún cambio en su estructura, todos los años cumplía la alta misión de enfervorizar al pueblo, haciéndole sentir a “lo vivo”, tan sublime y conmovedor momento. Pero a partir de 1757, por acuerdo del cabildo de la Vera Cruz, se ordena que la imagen de Nuestra Señora de los Dolores se quite del paso y se coloque sobre unas andas, cerrando la procesión, “con el claro de los alcaldes“; de idéntica forma que va la Dolorosa de Juni, en la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias. En el paso de “El Descendimiento”, en el mismo lugar que ocupaba la Virgen, mandan sea labrada “otra imagen a su semejanza“. Cambio motivado según declaración de los propios cofrades “por la gran devoción que se tenía y tiene a la imagen de Nuestra Señora de los Dolores”.

Al tener noticia que la Cofradía de las Angustias, trataba de “ympedir con varios pretestos“, se cumpliera lo acordado, seguidamente otorgan un poder a nombre de Fernando Salvador y Gregorio Bayón, procuradores y agentes de la Real Chancillería, “por si fuera necesario defender sus derechos“. Ignoramos si al fin la Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias llegó a presentar su demanda ante el Tribunal de la Real Chancillería. Lo único cierto es que la imagen de la Virgen del paso de “El Descendimiento” no es del insigne imaginero. Noticia, al parecer insignificante, que viene a demostrar cuán necesario es proceder con cierta cautela en las atribuciones, aun teniendo a la vista el testimonio documental, donde conste el autor y cuándo la obra fue hecha; obra que en el transcurso del tiempo -más tratándose de un grupo procesional- puede sufrir reformas de alguna importancia.